Y una vez más jugamos a ser dos gatos que no pueden dormir. En alta
resolución, te pinto que me bebo mis ganas de decirte que te he
echado de menos, que tu ausencia tensa de metal se me queda enredada
en el pelo. Sé que no he sabido fingir que no me gusta estar
contigo, y perdona si deliro, pero no sé hacer que mis llamas digan
sin decir.
Me disfrazo de entrañas vacías, y tú de hacer como que no ves la
máscara. ¿Por qué no te digo, en voz baja, que no te creas esa
falsa falta? Todas las noches que pasamos cada vez a menor
distancia, tanteando los acordes en ayunas de ausencia, son
mayor evidencia que mis palabras sencillas... Sin embargo
mientras no se elija, las posibilidades seguirán tendiendo a
infinito.
Un infinito enredado y difuso como los jirones de humo que salen de
tu boca mientras dices primavera. Noches de brisa y Luna solitaria
que te refleja en el lago que se ve desde mi ventana. La inercia nos
empuja a atravesar el tiempo y tengo miedo de que se nos lleve la
costumbre a algún desierto. Porque se nos acaba la incertidumbre, y
yo soy puro símbolo y tú eres puro análisis. Miro a través de mi
son y te veo en la cabina de teléfono de alguna calle, o apoyado en
un muro, y me aproximo y discuto contigo sobre lo humano y lo divino,
y sé, que eres el único que puede ganarme a cambiar de ideas sin
llevarnos la contraria. Pero no sé decir si es el matiz que tus ojos
buscan...
Esos ojos que deseo míos, bendito y maldito desafío.
FDO.
Oniria
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